martes, 27 de marzo de 2012

Confiar en Jesús es dejarnos amar por Él.

Evangelio del 27.03.12:

Evangelio según San Juan 8,21-30.

Jesús les dijo también: "Yo me voy, y ustedes me buscarán y morirán en su pecado. Adonde yo voy, ustedes no pueden ir". Los judíos se preguntaban: "¿Pensará matarse para decir: 'Adonde yo voy, ustedes no pueden ir'?". Jesús continuó: "Ustedes son de aquí abajo, yo soy de lo alto. Ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo. Por eso les he dicho: 'Ustedes morirán en sus pecados'. Porque si no creen que Yo Soy, morirán en sus pecados". Los judíos le preguntaron: "¿Quién eres tú?". Jesús les respondió: "Esto es precisamente lo que les estoy diciendo desde el comienzo. De ustedes, tengo mucho que decir, mucho que juzgar. Pero aquel que me envió es veraz, y lo que aprendí de él es lo que digo al mundo". Ellos no comprendieron que Jesús se refería al Padre. Después les dijo: "Cuando ustedes hayan levantado en alto al Hijo del hombre, entonces sabrán que Yo Soy y que no hago nada por mí mismo, sino que digo lo que el Padre me enseñó. El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada". Mientras hablaba así, muchos creyeron en él.







Nicolás Neville de Anquin Aquí Jesús se declara abiertamente el "Yo Soy" o sea declara públicamente su divinidad, y para que no nos condenemos tenemos que creer que Jesús es Dios o Hijo unigénito de Dios, para que no muramos en nuestros pecados debemos creer en el Cordero de Dios predicho por Isaías , debemos creer en el Mesías predicho por los Profetas, que acto mas sublime y a la vez sencillo es creer en Jesús, por este acto de confianza uno puede llegar a nada mas y nada menos que a la eternidad con Dios, no requiere un esfuerzo físico o moral, sino, creo yo, es dejarse amar por el que murió por nosotros, no es que nosotros salimos al encuentro de Él sino es Jesús que ya salió al encuentro de nosotros en el sacrificio del altar, tanto es así que yo una vez soñé que del altar de la Iglesia de la Virgen del Valle salía al encuentro un sacerdote de los feligreses y de repente se transformó en el mismo Jesucristo vestido con una tunica negra y roja, pero no solo era Jesús que salía al encuentro de los fieles sino también estaba la Virgen María que se metía entre las personas y las consolaba.

De Nicolás José Neville 27 de marzo de 2012

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